Una de las cosas más necesarias que he aprendido con los años es que necesito confiar.
Confiar en mis recursos, en las personas, en que hay un plan perfecto… (y mientras escribo esto no creas que lo tengo del todo claro… aún sigo trabajando en ello).
Yo no soy mejor que tú, pero si muchísimo mejor que era hace unos años.
Mi propia historia, las memorias conscientes o inconscientes que guardo a partir de las experiencias que he vivido, me dan el nivel confianza que tengo hoy y que no puedo cuantificar…
¿Qué tanta confianza tengo en mi mismo o en la vida?
Podría compararme con otros para saberlo… quizás podría mirar las cosas que hacen o que logran y decir que gran confianza tiene ella o él, pero eso no funciona, para saber si tiene más confianza o menos que yo. Ya lo he probado y suele tener consecuencias negativas para mi confianza.
Seguro que tú te puedes comparar conmigo… por algo que ves que hago… pero eso que hago no sabes cuánto esfuerzo me tomó, ni sabes si en el fondo me da un miedo tremendo, o si lo disfruto. Así que este compararse con otros no funciona mucho en este sentido.
Con el tiempo me he dado cuenta de que es una cuestión de enfoque. En el momento que empiezo con el fantaseo mirando para otros y queriendo ser “al menos como otro” me pierdo y empiezo a dudar de mí, de lo que ya tengo, que bien mirado nunca es poco.
Mi tarea de esta semana está en compararme solo conmigo mismo y darme la oportunidad de “hacerlo todo” aun con dudas, aun con miedo; hacerlo para saber, para descubrir o constatar fehacientemente lo que sé y lo que me falta.
Esta semana trabajo en comprender que la confianza se cultiva con enfoque. Enfoque en los recursos, entendiendo a fondo que “la vida solo es rica en experiencias” y en no perder de vista mi propósito más noble: Servir a otros no a mi ego.
Las cosas en última instancia hay que dejárselas a la Gran Conciencia, al Espíritu Santo, al Poder, al Universo, al Absoluto, a Dios, o algo más grande en definitiva, para poder ocuparme de “los detalles del proceso”.
Y he notado que cuando estoy más relajado puedo conectar con todo el conocimiento que atesoro en “la nube” y conectado baja y fluyo mejor… Las cosas fluyen mejor con más abundancia pues la naturaleza no es pichicata, Entonces antes de cada evento siempre me agarro del grito de guerra que Olga y yo tenemos.
“Relajar y confiar”
Y siempre que salgo de viaje de trabajo, antes de salir al escenario para dar una conferencia o un cuero le pido que me dé su bendición: Y ella me dice:
“Que mi amor te proteja y el Espíritu Santo te ilumine”.
Este es mi arnés espiritual.